Imagina dirigir un cohete de 500 caballos con curvas, cada una más cerrada e impredecible que la anterior.
El Teleférico de Montjuïc es la mejor introducción al Circuito del Parque de Montjuïc. Flotando sobre las colinas cubiertas de pinos de Montjuïc en una cabina totalmente acristalada, mientras observas el circuito desde arriba, empiezas a comprender qué hizo que este circuito fuera tan seductor y tan temido. Las vistas panorámicas del perfil de Barcelona, el mar brillando en la distancia, y luego... la repentina caída de la Esquina del Mirador, donde los coches de carreras se lanzaban cuesta abajo a velocidades aterradoras.
Si quieres trazar el esquema de este circuito perdido, empieza por el principio. Desde lo alto del teleférico de Montjuïc, la vía parece una cinta lanzada sobre una ladera. Pero bajo la belleza se esconde una pista que llevó a la Fórmula 1 a su punto de ruptura.
Serpenteando por parques públicos, pasando por el Museo Nacional de Arte y junto a las piscinas olímpicas de 1929, el Circuito del Parque de Montjuïc era casi absurdamente pintoresco. Los conductores pasaban a toda velocidad por delante de fuentes y grandes escaleras, a velocidades que alcanzaban los 300 km/h, sin apenas dejar espacio entre ellos y los muros de piedra o las farolas.
Fue emocionante, sí. Pero también implacable. Esta pista asustaba a los campeones de F1 de verdad. Jackie Stewart, campeón del mundo y defensor de la seguridad, dijo en una ocasión que Montjuïc era "la pista más bonita que he conducido nunca... y la más terrorífica".
En 1975, el Circuito del Parque de Montjuïc se había vuelto tan controvertido como emblemático. Los conductores llevaban tiempo alertando sobre su seguridad y, antes del Gran Premio de ese año, las tensiones se dispararon. Se hicieron arreglos improvisados en las barreras, pero ya se presentaban las grietas (literales y metafóricas).
A mitad de la carrera, un grave accidente provocó múltiples muertos y heridos.
La carrera se suspendió antes de tiempo. A las 72 horas, la Fórmula 1 anunció que nunca volvería a Montjuïc. Lo que en su día fue aclamado como el circuito urbano más bello del mundo se convirtió en un solemne punto de inflexión en la historia de las carreras, marcando el final de una era y el comienzo de una revolución en materia de seguridad que debería haberse producido hace mucho tiempo.
Comienza tu viaje en la Estación Mirador, justo al salir del teleférico. Desde aquí, desciende lentamente por las curvas más espectaculares del circuito, siguiendo la pendiente natural de la colina. Pasarás por tramos donde antes chirriaban los motores y los coches bailaban al borde de la tracción.
Tómate tu tiempo, haz una pausa donde encuentres restos. Siéntate junto a las escaleras donde antaño las multitudes contemplaban la batalla de las leyendas. Toca la barandilla donde el Ferrari escarlata de Niki Lauda rozó el metal en 1974. Termina en la Plaça Espanya, donde antaño los ganadores levantaban trofeos con las manos aún temblorosas por la adrenalina.
¡Sí! Muchas partes del trazado original están abiertas a los peatones, sobre todo desde el Mirador hasta la plaza España. Busca barreras, bordillos y monumentos conmemorativos supervivientes a lo largo del camino.
El mejor punto de partida es la estación de Mirador a través del teleférico de Montjuïc. Desde allí, puedes recorrer la ruta cuesta abajo, trazando la carrera en sentido inverso con vistas panorámicas.
No, el teleférico no formaba parte de la infraestructura de la carrera. Pero ofrece una vista aérea única de la pista y es la forma más fácil de llegar a miradores clave como la Esquina del Mirador.
El Gran Premio de 1975 se vio empañado por un trágico accidente que se cobró varias vidas. Tras años de problemas de seguridad, la carrera se abandonó a mitad de camino, y la F1 se retiró definitivamente de Montjuïc.