La amada Barcelona de Gaudí en diciembre es un sueño. A medida que la ciudad se despoja de su piel estival, se viste con un atuendo místico que es a la vez acogedor y cautivador. A medida que la muchedumbre empieza a disminuir, llegas a sentir la belleza de Barcelona en sus mañanas frías y sus noches acrílicas. Podrás contemplar las calles adoquinadas adornadas con luces centelleantes, el aroma de las castañas asadas flotando en el aire y la arquitectura emblemática de la ciudad bañada en un cálido resplandor dorado. Ah, llamar a Barcelona a tu musa y dejar que despierte al poeta que hay en ti. Así que, si sueñas con una escapada europea que no consista en tiritar en la nieve, Barcelona en diciembre es tu respuesta.